Pese al 'colchón' oceánico que separa a EE.UU. del Viejo Mundo y que, en cierto modo, le protege de los conflictos bélicos, la historia del país ha conocido casos de invasión o de amenaza de intevención. Aunque hoy resulta del todo improbable que a algún país se le pase por la cabeza la idea de atacar a EE.UU. en su propio territorio, sí hubo casos en la historia en los que se concretó o planeó dicha posibilidad. El portal N+1 recuerda estos hechos históricos.
El origen de la Doctrina Monroe
Las primeras y últimas invasiones armadas a gran escala de ejércitos extranjeros en territorio estadounidense se remontan a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuando EE.UU. inauguraba su existencia como país. En aquella época los británicos, después de perder sus antiguas colonias en la Guerra de la Independencia, trataron de reanudar las hostilidades en Canadá. En las primeras etapas de la guerra de 1812-1815 el ejército real del Reino Unido realizó una serie de operaciones exitosas, incluyendo la toma y el saqueo de Washington. Sin embargo, después de que los británicos fracasaran cerca de Nueva Orleans, las partes entablaron negociaciones y restablecieron el status quo. La famosa Doctrina Monroe, que una década después proclamó la no intervención de EE.UU. en los asuntos del Viejo Mundo y de los Estados europeos en los asuntos internos del hemisferio occidental, fue el principal resultado de aquella guerra.
Pretensiones sobre las colonias
A partir de aquel momento ningún ejército extranjero entró en territorio estadounidense, con la excepción del desembarco de las tropas japonesas en 1942 en las dos islas Aleutianas. La parte continental del país, sin embargo, no volvió a ser ocupada, aunque hubo casos cuando sí estuvo presente la amenaza de intervención. A finales del siglo XIX, cuando casi todo el territorio de nuestro planeta se encontraba dividido entre los Estados más poderosos por medio de colonias (Reino Unido, Francia y Rusia en primer lugar), EE.UU. y Alemania iban a la zaga en esta carrera de dominación, lo que casi provocó un conflicto bélico entre norteamericanos y alemanes en el océano Pacífico por el archipiélago de Samoa Americana. En aquel momento, un tifón impidió el enfrentamiento de las fuerzas armadas, destruyendo los barcos de ambas partes. El archipiélago quedó dividido en territorios estadounidenses y alemanes.
Ideas 'irrealizables'
Entre 1898 y 1903 Alemania mantuvo viva la idea de invadir EE.UU. y elaboró tres planes de intervención, dos de los cuales contemplaban grandes operaciones terrestres con participación de al menos cuatro divisiones, con casi 100.000 militares. Un plan preveía el desembarco en Cabo Cod para lanzar una ofensiva contra Boston y en la bahía de Nueva York para destruir la ciudad. Sin embargo, esta idea fue considerada imposible de llevar a cabo tanto por el comandante de Estado Mayor, Alfred von Schlieffen, como por el káiser Guillermo II debido a la cantidad insuficiente de soldados y a la dificultad para el traslado de las tropas. En otro plan se proponía el desembarco en Cuba y Puerto Rico con Boston como objetivo de la operación, junto con el bloqueo del canal de Panamá, si bien la amenaza de la Entente que se formaba en aquel momento para hacer frente a Alemania y el creciente poder de la armada estadounidense impidieron llevar a cabo estos proyectos.
Historias de la Segunda Guerra Mundial
Pese a sus aspiraciones de poder mundial, Adolf Hitler, que llegó al poder en Alemania en 1933, no planeó una intervención en EE.UU. debido a los numerosos frentes abiertos en Polonia, Francia y la URSS. Solo después de declarar la guerra a EE.UU., en diciembre de 1941, dos grupos de saboteadores alemanes desembarcaron cerca de Nueva York y en Florida. Planeaban realizar una serie de atentados, pero la idea fracasó después de que uno de los saboteadores revelara estos planes.
En 1942-43, en plena Segunda Guerra Mundial, los submarinos del Tercer Reich hundieron centenares de barcos estadounidenses en aguas territoriales del país. Asimismo, Alemania elaboró en 1942 un plan para bombardear Nueva York desde el avión BV 222 'Wiking' que debía ser transportado hasta la costa norteamericana en un submarino, si bien la propuesta no fue adoptada. Tras el fracaso del proyecto de bombardear territorio norteamericano con el avión Me 264, destinado a operaciones de gran alcance, surgió el proyecto del misil A-1, capaz de alcanzar EE.UU. Una vez los aliados se enteraron de estos planes, bombardearon el polígono Peenemünde donde se llevaba a cabo los trabajos del proyecto.
Otro caso hipotético
Japón, que en aquella época desencadenó la guerra en el océano Pacífico, tampoco tenía planes concretos de invadir territorio norteamericano, limitándose sus submarinos a lanzar ataques de artillería contra las costas de EE.UU. Sin embargo, los ciudadanos estadounidenses se mostraban preocupados ante la posibilidad de esta intervención terrestre a principios de la guerra, algo que Steven Spielberg reflejó en la película '1941' de forma sarcástica.
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